lunes, enero 14, 2008

defensa de la inspiración

cuando, estudiante, me preguntaban sobre cuáles eran los periodistas que yo más admiraba, o como qué figura de las letras o la televisión quería ser, yo respondía: patricia verdugo. bastante joven leí los zarpasos, más tarde me encontré con otro libro revelador: conversaciones con nemesio antúnez. ambos libros marcaron mi decisión para escoger esta carrera. patricia verdugo parecía calibrar en forma exacta la sensibilidad del trato con los seres humanos que a diario conocemos, que a diario nos cuentan sus historias, que a diario nos abren sus casas y sus mundos, con la agudeza respetuosa y minuciosa de la búsqueda en archivos, terrenos y calles. y estos dos libros se perfilan como dos polos equidistantes en esta búsqueda de qué hacer o quién ser. sentía envidia por sus cuadernos y su grabadora, repletas de instantes recogidos en la pieza del pintor o en la infernal ruta del puma. en ambos lugares, con la misma dignidad. siento envidia todavía por su capacidad de investigar, de permitir que muchos conozcan las tragedias de pocos. porque eso nos inspira. "no fue una mano sino un ala de pájaro la que le dio un mensaje. fue una mañana soleada, cuando ya quedaban muy pocas mañanas. entré a su cuarto y, tras cruzarnos la mirada, su dedo indicó el ventanal: -mira, mira ahí.../ yo nada vi en la primera ojeada. -mira bien, ahí está.../ me acerqué al vidrio y allí arriba estaba dibujada la silueta de un pequeño ángel con las alas abiertas. -fue esta mañana. el pájaro chocó contra el vidrio, pobrecito, y se fue volando. pero me dejó eso.../ examiné con cuidado la huella. las dos alas abiertas estaban marcadas por un fino trazo de polvo. como si picasso hubiera echado a volar una de sus palomas. o como si... -parece la huella de un ángel, nemesio/ -así parece- dijo con una sonrisa serena y surcada por la convicción.